Ciudad sagrada
Kítezh es una mítica y sagrada ciudad del siglo XIII, ubicada en el principado de Vladimir que corresponde a la hoy actual Rusia. Según se recoge en el folklore esta ciudad habría desaparecido entre las aguas de un lago durante la Edad Media, cuando los mongoles cruzaron los Montes Urales. Las hordas mongolas cruzaron en 1206 e irrumpieron en la Europa oriental en 1223, y la leyenda habría ocurrido durante la victoria en la batalla del río Kalka de Gengis Khan.
Entre 1237 y 1240 los mongoles , liderados por el nieto de Gengis: Batú Kan, impondrían su dominio a los pueblos eslavos; la primera mención sobre esta ciudad aparecería en el libro anónimo Crónica de Kítezh, el manuscrito sería una copia datada del siglo XVIII.
Según la leyenda, el príncipe George Vsevolodovich (al que se suele relacionar con el príncipe de la ciudad Vladímir, Yuri II) mandó a construir una ciudad con el nombre de Pequeña Kítezh en una parte del río Volga. Tiempo después, el rey seguía buscando un lugar especial para su nueva ciudad, así que encontró un lugar perfecto a las orillas del lago, donde fundó la Gran Kítezh.
La mayoría de habitantes fueron monjes y curas cristianos dedicados a la oración, por tal motivo este se convirtió en un punto de interés religioso para la comunidad eslava, quienes la veían como una ciudad sagrada. Este sitio se caracterizó principalmente por estar amurallada y contener construcciones de piedra blanca y cúpulas doradas de las iglesias. Además, está también tendrían monasterios humildes, torres con dibujos principescos, casas de piedra de madera y otros detalles.
El ataque de los mongoles y la ayuda del Cielo
Continuando con la historia, los mongoles liderados por Batú, después de haber sometido a numerosas ciudades, tomaron con facilidad la Pequeña Kítzeh, mas el rey logró huir al bosque en dirección a la Gran Kítezh, cuya ubicación era secreta. El nieto de Gengis torturó a varios presos de guerra con la idea de obtener información que le diera la ubicación de la misteriosa localidad.
Finalmente, uno de los capturados se quebró y mostró el camino secreto a la mítica Kítezh y al llegar los mongoles a las puertas no encontraron ningún tipo de resistencia. Sin embargo, a medida que los enemigos avanzaban, los habitantes de la ciudad oraron a Dios pidiendo su auxilio, fue así como múltiples fuentes de agua comenzaron a brotar de los suelos, entonces a los atacantes no les quedó otra que retroceder y observar como la ciudad comenzaba a hundirse bajo agua.
Pronto, no quedó ningún rastro de ella, pero otras versiones también nos narran que la ciudad se hizo invisible tras las brumas del agua, gracias a las plegarias. Asimismo, se dice que esta ciudad será revelada en el juicio final y que aún ahora permanece oculta. Para los que gustan de las historias, nos podemos encontrar en algunos mitos que, en las tardes tranquilas de verano, se pueden ver las paredes las iglesias y los edificios de la ciudad y por la noche se puede escuchar el sonido de las campanas de Kítezh.
Cortesía de Monita