Buigh, la gata negra
Cuenta la historia que había una gata negra de ojos amarillos llamada Buigh (amarillo en celta). La minina vivía junto a un joven que la quería y siempre cuidaba de ella: la alimentaba, jugaban, paseaban e inclusive dormía con ella. Todo era perfecto y apacible: la gata vivía encantada con su humano y agradecida por tenerlo a él a su lado.
No obstante, un día el dueño de Buigh le pidió a su madre que cuidara a su mascota, pues le había resultado un trabajo en alta mar y le daba miedo llevarla y que tal vez la pasara mal en la embarcación. Pasaron los días y al pueblo llegó la terrible noticia que el barco había sido hundido por una gran ola, la mujer desconsolada rompió en llanto y Buigh corrió hacia la playa, recorriendo la costa, hasta que llegó a lo alto de un acantilado y dijo al océano:
«Llévame con él al fondo de tu abismo, te regalo mi alma inmortal pues sin él no hay sitio para mí en este mundo»
Buigh, la gata tuxedo
Una gran ola se levantó en ese instante y terminó llevándose a la gata las profundidades, quien sin temor cerró los ojos y se dejó arrastras, pero cuando se despertó vio que un hombre joven la secaba con cariño y vio en ellos a su querido amo, quien pronunció lo siguiente:
«Buigh, mi vieja amiga viniste por mí, no recordaba nada hasta ver mi vida en tus enormes ojos amarillos ¿qué hacías en el mar? Sé que eres tú, pero tu pelo es ahora distinto, eras negra como la noche»
Fue ahí cuando una voz surgió del océano y se escuchó con gran fuerza: «Me ofreció su alma a cambió de regresar contigo, pero no puedo privar al mundo de un alma tan noble. A cambio llevará en su manto mi recuerdo, la espuma del mar, y un don le concedo a ella y sus descendientes, llevarán la armonía y la alegría a cada hogar que habiten«.
Desde entonces los gatos blancos y negros llevan en su piel, el legado de Buigh y traen con su presencia en los hogares en los que habiten la armonía y alegría.
Cortesía de Monita