Al notar la alegría del roedor, la mujer decidió dejarle el resto de las viejas peras en la terraza.
Una ardilla visitó la casa de Kathleen Morlok en Minesota, Estados Unidos, e inesperadamente se emborrachó al darse un festín con unas peras que la mujer había dejado para su cerdo sin sospechar que ya habían fermentado.