la Atlantida Mito o Realidad
Situada geográficamente la Atlántida, el sacerdote egipcio precisaba luego sus características: “Esta isla era mayor que Libia y Asia juntas, y de ella los de entonces podían pasar a las otras islas y de las islas a toda tierra firme (…) En dicha isla, Atlántida, había surgido una confederación de reyes grande y maravillosa, que gobernaba sobre ella y muchas otras islas, así como partes de la tierra firme. Desde este continente dominaban tambén los pueblos de Libia, hasta Egipto y Europa, hasta Tirrenia”. El relato habla incluso de un conflicto entre atlantes y griegos, y descifra el motivo de la desaparición de la Atlántida: “Posteriormente, tras un violento terremoto y un diluvio extraordinario, en un día y una noche terribles, la clase guerrera vuestra se hundió toda a la vez bajo la tierra, y la isla de la Atlántida desapareció de la misma manera, hundiéndose en el mar. Por ello, aún ahora el océano es allí intransitable e inescrutable, porque lo impide la arcilla que produjo la isla asentada en ese lugar y que se encuentra a muy poca profundidad. En otro Diálogo, el Critias descríbe las maravillas de la Atlántida, que en el reparto de la tierra que habían hecho los dioses le tocó en suerte a Poseidón, quién la pobló con los descendientes que tuvo con una mujer mortal. Uno de estos, casualmente, era el rey Gadiro, de donde vendría el nombre de Gades (Cádiz), pues reinaba en la región junto al estrecho de Gibraltar. En la actualidad aún se refieren a los habitantes de Cádiz como gaditanos.
En ese punto termina bruscamente el relato. Su continuación se perdió o simplemente Platón abandonó su redacción, el caso es que nos quedamos sin conocer los detalles del castigo divino que hundió a los atlantes en el mar. Más de dos míl cuatrocientos años después hay al menos cinco expediciones científicas en otros tantos lugares del planeta esperando descubrir los restos que confirmen la existencia de este continente mítico. Sin embargo, para muchos investigadores, hay muchas evidencias que lo señalan como un relato fantástico que no se apoya en ninguna solidez histórica. De hecho, el relato de Platón es la única pista que existe, y no tiene elementos consistentes. La mayoría de los científicos concluyeron hace años que la Atlántida era un mito salido de la fértil imaginación de Platón, y lo consideran un relato de ficción, una fábula moral con moraleja destinada a advertir a los atenienses de su mal comportamiento como ciudadanos. Otros, sin embargo, creen en las palabras de Platón.
Otros lugares considerados como míticos como la Troya de Homero, resultaron tener una ubicación real, como Heinrich Schliemann demostró a finales del siglo XIX. Descubrió la verdadera Troya y cinco niveles (nueve sumando los trabajos de Schliemann y Dörpfeld) de construcción que tenían miles de años de antigüedad”, tal como señala el antropólogo George Erikson, autor del libro Atlantis in America.
Platón insistió en sus escritos que su relato era realidad, no ficción, aunque eso es un viejo recurso literario. Después de la condena a muerte de su maestro Sócrates, Platón abandonó Atenas. No se conoce con precisión donde estuvo, aunque muy probablemente fuera Egipto, cuya cultura atraía a los griegos. Es posible que allí escuchara el relato de la Atlántida, como historia o como mito y se decidió a plasmarla de forma atractiva. Si eso fuera así, no sería un invento suyo, sino una historia oral que circulaba de padres a hijos desde hacía años. Además, en el propio relato hay una intención de distanciarse de la historia que se relata como un intento de aportar credibilidad a lo que se expone.
Quienes creen en la palabra de Platón afirman que lo más lógico sería buscar en Grecia y el área mediterránea, donde vivió este filósofo entre el 428 y 347 a. C. No obstante, un grupo importante de científicos ha centrado su atención en la zona del corredor caribeño del Yucatán, siguiendo la pista dada por Platón de que la Atlántida estaba en el océano Atlántico. Los doctores Greg y Lora Little –ambos psicólogos y escritores- buscan sus restos en las Bahamas desde hace unos cuarenta años. En todo este tiempo, el indicio que más se aproxima es el llamado “Camino de Bimini”, una formación rocosa de 480 metros de largo que se encuentra bajo el mar en la costa de la isla del mismo nombre. Fue descubierto en 1.968 por un piloto y en los años setenta un geólogo dictaminó, tras tomar muestras del interior de las rocas que se trataba de una formación natural. Sin embargo, el “Camino de Bimini” parece construido piedra a piedra con bloques rectangulares y cuadrados, como siguiendo lo establecido en un plano. Tanto Greg como Lora Little creen que pudo tratarse de un rompeolas que cerraba un puerto de la capital, Poseidópolis, donde los atlantes atracaban sus barcos. A esto se le añade que los exploradores de las Islas Bahamas han realizado asombrosos descubrimientos: columnas de mármol, bloques de roca similares a los de Stonehenge y restos de muro, así como formaciones submarinas de entre 150 y 300 metros de diámetro, con forma de figuras geométricas o letras. Cabe la posibilidad de que lo que se ha hallado hasta el momento no tenga relación alguna con la Atlántida.
Con la ayudad de una pequeña cámara similar a las que la NASA utilizó en su misión a Marte, en el año 2.003 encontraron otra formación rocosa en la costa de la isla de Andros, a 160 kilkómetros del “Camino de Bimini”, bautizada posteriormente como Plataforma de Andros. Se trata de una capa de rocas con una estructura similar al “Camino de Bimini”, de 364 metros de longitud y 45 metros de ancho divididos en tres hileras de unos 15 metros cada una. Greg y Lora creen que esta Plataforma de Andros estuvo oculta bajo la arena durante siglos hasta que el huracán Andrew la desenterró en 1.992 y opinan que no se trata de una formación natural, puesto que los bloques de piedra están separados a intervalos muy regulares. Desgraciadamente, la Plataforma de Andros volvió a desaparecer bajo la arena del fondo marino en el 2.004, tras el paso del huracán Jeanne.
Puestos a especular, que es todo lo que se puede hacer hasta la fecha, si los atlantes atracaban sus barcos en la zona de las Bahamas, tendrían fácil acceso a los océanos del mundo entero. Sus viajes podrían haberles llevado hasta el último confín del universo. George Erikson, escritor y antropólogo, autor del libro La Atlantida en America: Navegantes del Mundo Antiguo, no busca los restos de la Atlántida, sino descubir lo que fué de los atlantes supervivientes que se salvaron a la destrucción de su continente. Erikson sostiene que algunos atlantes se refugiaron en distintos lugares de Sudamérica y América Central, en concreto en la península del Yucatán. Según las teorías más plausibles, se especula que la Atlántida se hundió bajo míles de metros cúbicos de agua a causa de un gran terremoto, hundiendo toda la zona que comunicaría Cuba y las islas próximas con el continente americano. Y según se cree, esto sucedió hace ahora unos once míl quinientos años, lo que coincide con el fín de la edad de hielo. No obstante, hay quienes sostienen que la Atlántida tuvo otro final: el impacto de un enorme meteorito que la arrasó por completo. Imágenes por satélite de años recientes confirmarían que esta zona recibió un impacto de un gran meteorito o un cometa, aunque algunos geólogos lo han desmentido.
George Erikson aporta algún indicio que avalaría su teoría de los atlantes supervivientes. Sostiene que las misteriosas ruinas halladas en el Yucatán no fueron construídas en principio por los mayas, sino por los atlantes supervivientes, y para avalar su teoría se apoya en cuatro observaciones: en primer lugar, el estilo arquectónico de los mayas es diferente del de los atlantes. “Hay pruebas de que la pirámide de Uxmal se reconstruyó en cinco ocasiones. Nadie va a derribar esta estructura para desvelar las construcciones primitivas, pero es normal en el mundo maya que las estructuras más antiguas sean más perfecta, y precisamente se trata de las que son más cercanas a la época de la Atlántida y su desaparición”, señala.
Otra de las pruebas en las que basa su teoría es que hay lo que parecen ser imágenes de elefantes en los edificios mayas del Yucatán. Durante el período maya, hace mil o tres mil años, no había elefantes en América Central, pero Platón si mencionaba los elefantes de forma especial en el texto de la Atlántida diciendo que “la raza de los elefantes era muy numerosa”. Otros investigadores sostienen que lo que aparecen en los dibujos son en realidad guacamayos, un ave similar a los loros. Erickson aporta otro dato: Las esculturas de hombres con bigote y barba que se repiten en las rocas, cuando los mayas carecían de vello facial. Por último, la presencia de relieves e imágenes de esculturas con formas budistas y de rasgos negroides, lo que probaría la llegada de extranjeros a la Atlántida desde otros lugares del planeta. “Platón dijo que la Atlántida era una isla continental, que comunicaba los océanos de los demás continentes del mundo. Y eso es exactamente lo que hace el centro de las dos Américas, en el Yucatán”, sostiene Erickson. Las esculturas y bajorelieves a los que se refiere Erickson son, para Gary Feinman, conservador del Departamento de Antropología del Museo Natural de Chicago son la prueba de que los mayas cambiaron de estilo arquitectónico y escultórico a lo largo de su historia y los hombres con bigote y los elefantes serían en realidad figuras mayas sobrenaturales y estilizadas al tratarse de representaciones de dioses. Sin embargo, aún queda un 90% de ruinas por descubrir y que ahora están cubiertas por la densa vegetación de la jungla. A medida que se analicen los descubrimientos, podremos tener una visión más aproximada de estas teorías y sobre si la Atlántida estuvo allí o no.
A mediados del siglo XX, un visionario llamado Edgar Cayce, famoso por predecir las dos guerras mundiales, la indepencia de la India o el crack de 1.929 años antes de que ocurrieran, dijo que había visto en sus sueños el continente perdido de la Atlántida y que sabía donde se ubicaba, lo que contribuyó a su popularización. Cayce era considerado un Nostradamus de la era moderna y profetizó que en la década de los sesenta se descubrirían algunas partes de este continente. Tal como hemos dicho antes, en 1.968 apareció el “Camino de Bimini”.
Greg y Lora Little, junto con sus exploraciones sobre el terreno, se basan en estudios genéticos para corroborar su teoría de llegaron supervivientes atlantes al continente americano. “Hemos examinado todos los estudios hechos sobre el ADN mitocondrial. En los 42 grupos de ADN mitocondrial conocidos, incluso hoy, el Haplogrupo X demuestra que todos los americanos nativos no llegaron por el estrecho de Bering en 9.500 a. C.”, asegura Greg Little.
Para algunos, una evidencia muy importante se encuentra en unos esqueletos que se encontraron en unos cenotes –pozos o abismos inundados de agua de varios kilómetros de discurren de forma accidentaba varios metros bajo la superficie en la zona del Yucatán-, con una antigüedad entre los ocho míl y los trece míl a. C., es decir, al menos unos cinco míl años más antiguos que los mayas, cuyas características son distintas que lo que se encontraría en los pobladores humanos de aquella época, motivo por el que algunos investigadores lo señalan como uno de los supervivientes de la Atlántida. Todo esto sumado a las pruebas anteriores, para algunos investigadores, la historia encaja. La Atlántida estuvo allí, desapareció por un desastre, y algunos supervivientes llegaron hasta el continente americano.
No dejan de aparecer indicios que apuntan a su existencia. En 2.004 otro equipo afirmó haber encontrado las ruinas de una ciudad antigua en Chipre, cuyas características coincidirían con sesenta de las pistas dejadas por Platón. En la costa de la isla de Cuba, Paulina Zelintski, ingeniera oceanógrafa que buscaba navíos hundidos con un sónar, encontró a seiscientos metros de profundidad lo que parecen los restos de una ciudad antigua. Los arqueólogos cubanos que han examinado los vídeos tomados por Zelintski aseguran que en las estructuras se aprecian símbolos y relieves. Esta ubicado a 144 kilómetros de Yucatán y a 208 de las Bahamas. El matrimonio Little cree muy posible que Cuba resuelva en un futuro el misterio del continente perdido. Y aunque no se tratar de la Atlántida tal como les contó Platón a los atenienses, son muchos los científicos e investigadores dispuestos a demostrar que hace once míl años existió una civilización muy avanzada con especial orientación marina en esta zona que, tras la desaparición de sus tierras, se implantó en otras zonas del planeta.
Sin embargo, para los investigadores que creen en la existencia de la Atlántida, las pruebas más contundentes y fiables son las leyendas populares, algunas con miles de años de antigüedad, transmitidas de generación en generación como un recuerdo de sucesos acaecidos. Los mayas hablan de una llegada por mar para explicar su orígen. Idénticos mitos fundacionales pueden hallarse en las leyendas incas de Kontiki y Viracocha, e incluso en Egipto, donde se cuenta que Tot llegó del oeste, surcando los mares, para crear las artes y la civilización. El antropólogo Roberto Ramírez, de la Universidad de Veracruz recoge en su obra “Atlanticú” una serie de historias contadas por los indígenas. Una de ellas habla de un pueblo que se hundió en el mar porque los dioses estaban disgustados con su codicia, tal y como contaba Platón en el siglo IV a. C.
Para el antropólogo George Erickson, “si la leyenda de la Atlántida es cierta, y si las leyendas de los mayas son ciertas, que se produce una destrucción periódica por la arrogancia del hombre, no hay más que fijarse en cómo la humanidad se está comportando, contaminando el planeta, creando injusticia y desigualdad, tal vez algo muy similar a lo que hicieron los atlantes. Platón dijo que su arrogancia fue la causa de su destrucción.
Pero no podríamos cerrar este artículo sin hablar de una de las hipótesis más interesantes y próximas sobre la ubicación de la Atlántida. Y es que hay muchos indicios que apuntan a que este fascinante lugar estuvo donde ahora se encuentra el Parque Nacional de Doñana. De entrada se han hallado una serie de restos de figuritas en la zona. Pero eso no es todo. Una investigación de National Geographic relaciona la desaparecida Atlántida con Cancho Roano, un yacimiento arqueológico situado en la provincia de Badajoz, unos 200 kilómetros de la costa, descubierto en el último cuarto del siglo pasado y que comenzó a excavarse en 1978. Curiosamente, en la entrada al yacimiento, se muestra un dibujo de un guerrero junto a una serie de circulos unos dentro de otros que muchos relacionan con la desaparecida atlantida
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Tarsis y la Atlántida
Según las explicaciones de este estudio, Tarsis, ciudad que se menciona en la biblia, la cual se identifica como la capital del reino de los tartesos, podría ser la misma ciudad que describe Platón, ya que coinciden muchas de sus ilustraciones con las que se reflejan en diferentes escritos del Antiguo Testamento. De hecho, a los barcos que cubrían largas distancias, se les denominaba ‘barcos de Tarsis’, aludiendo al lugar más lejano hasta el que se podía navegar o el límite del mundo. Los tartesos extraían hierro, cobre y oro de sus minas, lo que les convirtió en una de las civilizaciones más ricas y adelantadas de la época, tal y como Platón describe a los habitantes de la Atlántida, pero ambas ciudades desaparecieron misteriosamente de las fuentes y escritos. Así, si la Atlántida y Tarsis son la misma ciudad, hay teorías que coinciden con la función del templo de Cancho Roano, por lo que este yacimiento puede contener la clave del misterio de la Atlántida. En el documental de National Geographic se habla de la posibilidad de que la ciudad de Tarsis pudo sufrir constantes terremotos y tsunamis hasta que fue destruida y los supervivientes se adentraron tierra adentro buscando un lugar más seguro. En este importante hallazgo arqueológico, al que los expertos de este documental califican como uno de los más importantes de siglo XX, se han encontrado muchas muestras de la cultura tartesia, o lo que podría ser lo mismo, la cultura de los Atlantis
El cielo se abrió. El mismísimo río Estigio llovía sobre la tierra mientras esta se rompía y separaba. Su poderío militar de nada servía ahora, ni su sabiduría o riqueza. Los barcos se estrellaban contra las olas y saltaban en mil pedazos mientras los rayos celestiales derruían templos, hogares y palacios. Poseidón, su padre, les había abandonado. Zeus les despreciaba y estaba descargando toda la ira del Monte Olimpo sobre ellos. Cuando la mismísima tierra escupió fuego, cubriéndolo todo con una nube negra, y el agua comenzó a subir lo comprendieron. Aquel era el final de la Atlántida.
La gran isla de la Atlántida, oculta para el mundo pero presente en el ideario de todos los pueblos desde hace miles de años, es uno de esos grandes misterios por los que la curiosidad humana tiene debilidad y que la obliga a investigar y divagar a partes iguales. Con base en dos de los últimos diálogos de Platón, son muchas las teorías y creencias que rodean a la supuesta civilización. Como el monstruo del Lago Ness, el triángulo de las Bermudas o El Dorado, la Atlántida ha mezclado los hechos históricos y la fantasía humana hasta crear un mágico lugar que aguarda a que un valiente aventurero lo encuentre.
La localización de la legendaria ciudad de Troya en 1882 hizo que las olvidadas ruinas de la Atlántida volvieran a estar presentes en las ansias de tanta gente y fue entonces cuando surgieron los primeros textos que popularizaron el mito. Decenas de autores construyeron, ladrillo a ladrillo, diferentes versiones de la desaparecida isla que alimentaron a la vez las creencias de grandes masas de gente. Desde avanzadísimas tecnologías, contactos con alienígenas o mundos acuáticos habitados por sirenas y tritones; la Atlántida ha ido deformando su historia hasta convertirse en el conejo blanco al que seguir por la madriguera.
Mientras las investigaciones científicas, históricas o arqueológicas y las sesiones de esoterismo y teorías paranormales siguen discutiendo sobre el lugar de reposo, naturaleza y causas de la destrucción de la Atlántida, esta seguirá siendo un importante elemento popular que todos podemos disfrutar y que nos permite soñar e imaginar con mundos perdidos, dioses furiosos y civilizaciones condenadas. Hay misterios que tal vez nunca sean resueltos e incluso que es mejor que queden sin respuesta; misterios que aportan algo de magia a la vida.
fin
fuente:menta.es