El entendimiento y comprensión que tenemos del mundo cambia con el paso de los años. Conceptos e ideas que antes se consideraban verdades absolutas, hoy están esclarecidas por la ciencia.
En las últimas décadas, el conocimiento humano creció exponencialmente y superó muchas limitaciones. Por ejemplo, en la década de 1960 predominaban algunas creencias que hoy carecen de fundamento alguno. A continuación, conocerás algunas de esas ideas y conceptos que rigieron como verdades absolutas a las personas de esos tiempos.
Los tiburones como cura para el cáncer.
En la década de 1960 surgió la creencia de que el cartílago de tiburón poseía propiedades anticancerígenas. Se arraigó tanto en la conciencia popular que, incluso en la década de 1990, seguían creyendo que los tiburones eran inmunes al cáncer. La falsedad del mito quedó en evidencia tras un estudio científico que encontró 42 especímenes con tumores cancerígenos.
La dieta para los bebés.
En esos tiempos, consideraban ideal que los bebés se adaptarán a la dieta familiar lo más pronto posible. Con apenas tres meses de edad, se veían pequeños ingiriendo la misma clase de alimentos que sus padres y hermanos mayores. Parece algo surrealista, pero la cosa no termina allí. Decían que, si no se alimentaba a los niños con la dieta de un adulto, existía el riesgo de que al crecer se volvieran comunistas. Por favor, no pregunten como llegaron a esta última suposición.
Jubilarse a los 32 años.
Para mantener el estatus, las aerolíneas exigían a todas sus azafatas mantener ciertos estándares físicos. Hasta 1972, en los vuelos solo se veían azafatas menores de 32 años. Después de esa edad las obligaban a jubilarse.
Olvidarse del bebé por las noches.
Muchos padres en la década del 60 no tenían la precaución de atender a un bebé por las noches, aunque estuviera llorando. Lo veían como una forma de educar al pequeño, para dejarle en claro que no siempre obtendría todo lo que quisiera. Y sí, también se consideraba una forma de evitar que se convirtiera en socialista.
El hombre habla primero.
Por norma, una mujer casada debía guardar silencio y escuchar a su esposo. Era obligación dejar que el hombre hablara primero. Desde pequeñas les enseñaban que cualquier cosa que su esposo dijera era mucho más importante que todo lo que ella tuviera que decir.
Cura para la homosexualidad.
Si tu orientación sexual no encajaba en la heterosexualidad, en la década de 1960 probablemente te recomendarían una conversión. De hecho, en esos tiempos la homosexualidad se consideraba una enfermedad y existía toda una variedad de terapias para “curarla”. Todos esos esfuerzos estaban orientados a transformar a los homosexuales en heterosexuales. Desafortunadamente, esta clase de prácticas sigues vigentes al amparo de personas que conservaron esta mentalidad.
Un cigarrillo para el estreñimiento.
Cualquiera que ve fumando a una mujer embarazada en estos días se indigna, por decir lo menos. Pero, en la década de 1960 las embarazadas acostumbraban a aliviar el estreñimiento fumando algunos cigarrillos.
Prohibidas las tarjetas de crédito para solteras.
En la década de 1960, ser una mujer soltera se consideraba “condición” suficiente para que rechazaran una solicitud de tarjeta de crédito. No les tenían confianza, y algunos bancos exigían que el esposo autorizara la solicitud con una firma.
Las embarazadas no debían ganar peso.
Como máximo, los médicos recomendaban a la mujer embarazada no subir más de 9 kg durante la gestación. Las orientaban para evitar el almuerzo y consumir productos bajos en grasa, especialmente los lácteos.
El rechazo de los cajeros automáticos.
Hoy, muchos considerarían imposible la existencia sin un cajero automático en su localidad. Sin embargo, cuando los presentaron por primera vez las personas mostraron escepticismo sobre su utilidad. Paso buen tiempo antes de que empezarán a usarlos.
Efecto dominó del comunismo.
Está bien, te explicaré cómo surgió la aversión al comunismo. En la década de 1950, la Teoría del dominó del comunismo postulaba que cuando el sistema político se instalara en una nación, rápidamente “contagiaría” naciones vecinas hasta apoderarse del mundo. Irónicamente, ese temor se convirtió en un incentivo para el desarrollo de los Estados Unidos durante la guerra de Vietnam.