Julio César y Cleopatra



El romance del general romano Julio César con la reina egipcia Cleopatra VII es, sin duda alguna, uno de los más famosos no solo de la Antigüedad, sino de toda la historia. No en vano, en aquella época él era el hombre más relevante de la antigua Roma y ella era la mujer más poderosa del antiguo Egipto, por lo que su relación no dejó indiferente a nadie. Así se ha reflejado a lo largo de los siglos en multitud de libros, películas, obras de teatro, óperas, ballets y hasta disfraces de carnaval y halloween. Por todo ello, en este artículo vamos a ver un breve resumen de la historia real de la relación de César y Cleopatra para distinguir lo real e histórico de lo legendario y hollywoodiense.

Los actores Elizabeth Taylor y Rex Harrison interpretando a Cleopatra y Julio César en la película «Cleopatra» de 1963 (Fuente: IMDb)

El inicio de la relación de Julio César y Cleopatra
Cuando Julio César y Cleopatra se conocieron, en el 48 a.C., él tenía 52 años y ella solo 20. A  pesar de su juventud, la reina sobresalía ya por su gran inteligencia, astucia, sofisticación y formación de tradición griega. Era políglota, se interesaba por los cultos de Egipto y se le atribuye la autoría de obras de un amplio abanico de temas, desde la cosmética y la peluquería hasta temas científicos y filosóficos. Cabe destacar además que es probable que ella ya hubiera estado en Roma durante su infancia, acompañando a su padre, el rey Ptolomeo XII, en uno de sus viajes de exilio. Sin embargo, no habría conocido a César en aquel entonces, pues este se encontraba en la Galia. Por su parte, no tenemos ninguna prueba que afirme que el propio César hubiera estado alguna vez en Egipto antes del 48 a.C.

El inicio de su relación se produjo en el contexto de una doble guerra civil: la romana entre Julio César y Pompeyo Magno y la egipcia entre Cleopatra VII y su hermano Ptolomeo XIII. Por eso, una de las primeras acciones del general romano cuando se instaló en Alejandría fue convocar ante su presencia a los dos hermanos para invitarles a compartir pacíficamente el trono según los deseos de su padre.

Cleopatra probando venenos con condenados a muerte, obra hecha por Alexandre Cabanel en el siglo XIX

A la hora de conseguir el apoyo del líder romano, Ptolomeo XIII partía teóricamente de una situación más favorable, al ser el artífice de la muerte de Pompeyo y contar con el apoyo de la ciudad de Alejandría. No obstante, la estratega Cleopatra supo cómo voltear la situación a su favor. Al recibir la convocatoria en su exilio en la franja siropalestina, abandonó a sus tropas y partió rápidamente y en secreto hacia Alejandría. Primero, un sirviente la llevó en un pequeño barco de remos, y una vez en la ciudad, la escondió en una bolsa de lavandería para introducirla al anochecer en el palacio donde se alojaba César. Ya en sus habitaciones privadas, el líder romano habría quedado complacido con la sorpresa surgida de la bolsa.

De esta manera, cuando Ptolomeo XIII llegó a la residencia real para su entrevista con el popular, éste ya había sido convencido por la joven para que apoyara su causa. Así, mientras que el testamento de Ptolomeo XII volvía a ser respetado y se reinstauraba un reinado conjunto de ambos hermanos en Egipto, César y Cleopatra ya eran amantes.

César y la reina de Egipto, obra de Giovanni Battista Tiepolo hecha en el siglo XVIII (Fuente: National Geographic Historia)

Tras el final de la guerra de Alejandría, Julio César se quedó casi tres meses más en Egipto con el objetivo de estabilizar la región. Durante ese tiempo, Cleopatra y él hicieron un crucero por el río Nilo en una lujosa barcaza real a la que acompañaban, según algunos autores, hasta 400 barcos. Es posible que su objetivo fuera desfilar por todo el país presumiendo de su victoria y alardeando de lo bien que se llevaban sus países, pero no se puede negar que también había un componente romántico.

César llevaba más de una década de campaña en campaña, y desde que había cruzado el Rubicón no había podido disfrutar de ningún periodo de descanso. Visto así, parecería lógico pensar que hasta al hombre más poderosa de Roma le había tentado la posibilidad de pasar un tiempo de reposo disfrutando de la compañía de la joven, enérgica e ingeniosa Cleopatra.

Si dejamos al margen interpretaciones románticas más propias de Hollywood, lo cierto es que no tenemos motivos de peso para pensar que no estuvieran auténticamente enamorados. Para César eso no significaba que sintiera una obligación de ser fiel a la egipcia ya que, para empezar, en ese momento estaba casado con su tercera esposa, Calpurnia. Por su parte, Cleopatra podría haberse enamorado del romano, a pesar de su gran diferencia de edad, por su espectacular carisma, encanto personal y forma de ejercer el poder.

Cleopatra y César, obra de Jean Leon Gerome hecha en el siglo XIX

César y Cleopatra en Roma
En otoño del 46 a.C., Cleopatra, su familia y parte de la corte egipcia se trasladaron a vivir a Roma, a una de las villas que César poseía en la orilla exterior del río Tíber. Allí se quedarían más de un año, hasta el asesinato de Julio César en marzo del 44 a.C. No se conoce el motivo de la visita, pero lo más probable es que, simplemente, quisieran pasar más tiempo juntos. Una prueba del afecto que sentía el líder popular por la reina egipcia es que, en el templo de Venus Genetrix, en pleno centro del Foro romano de César, ordenó que se esculpiera una estatua de oro de Cleopatra para ubicarla junto a la de la diosa.

A lo largo de su estancia en la metrópolis, Cleopatra nunca dejó de ser el epicentro de las habladurías de la gente. La mayoría la criticaba, ya que César seguía casado con la honorable Calpurnia, pero también había quien acudía a visitarla con regalos, quizás pensando que podrían obtener favores de César adulando a su amante. Incluso el famoso orador Marco Tulio Cicerón fue a verla, aunque en sus escritos se quejó de lo arrogante y odiosa que era.

Cesarión, el hijo de Julio César y Cleopatra
A finales del 46 a.C. nació Cesarión, el hijo de César y Cleopatra. Al ser hijo del romano más poderoso y de una reina egipcia, el niño parecía estar destinado a grandes hazañas. Además, era el único hijo biológico que había tenido César, por lo que era previsible que fuera su heredero. Sin embargo, cualquier proyecto de vida que pudiera tener se frustró cuando su padre fue asesinado. Como fruto de una reina oriental detestada, jamás habría sido aceptado en la aristocracia romana, y menos aun como sustituto de su padre.

Bajorrelieve del templo de Dendera en el que se representa a Cleopatra VII y su hijo Ptolomeo XV Cesarión

Más allá de esto, hay otro factor importante que sentenció el destino de Cesarión. En su testamento, Julio César no solo no lo nombró heredero, sino que ni siquiera lo reconoció como hijo legítimo. En medio de todo el desconcierto, y comprendiendo que sus vidas corrían peligro, Cleopatra abandonó rápidamente la ciudad para volver a Egipto. Ya en Alejandría, la reina supuestamente se encargó de matar a su hermano y corregente, Ptolomeo XIV, para poner en el trono a su hijo con el nombre de Ptolomeo XV. Finalmente, en el año 30 a.C., tras la conquista romana de Egipto y el suicidio de su madre, un adolescente Cesarión fue atrapado y ejecutado.

Cortesía de Fiesta 



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