Ciudad Juárez 1984: la historia del "Chernóbil mexicano"


Se cree que las consecuencias fueron mucho más impactantes que las del mismo Chernóbil

Existe un episodio muy oscuro y bastante desconocido en la historia de México, uno que fue la antesala a los posibles desastres nucleares que estaban por suceder; aquel incidente al que se le conoce como el “Chernóbil mexicano” en 1984 en Ciudad Juárez, frontera con Estados Unidos.

El desastre radioactivo de 1984
La historia comenzó el 16 de enero de 1984, cuando un chofer de transporte de varilla que estaba entregando stock en Nuevo México se perdió y al buscar un camino que lo regresara a su ruta pasó cerca del Laboratorio de Seguridad Nacional de Los Álamos, el laboratorio donde se desarrolló el Proyecto Manhattan, el cual desarrolló bombas atómicas.



Este laboratorio estaba dotado con sensores de radioactividad para alertar a las autoridades sobre alguna fuga del laboratorio de material radiactivo. Los sensores se activaron mientras el camión iba pasando y los responsables del laboratorio alertaron inmediatamente a las autoridades sobre una posible explosión nuclear. El equipo de científicos y autoridades decidió investigar la extraordinaria actividad y dieron con el camión estacionado fuera de un motel donde el conductor se encontraba descansando. 

El chofer, completamente sorprendido por los científicos y el gobierno de Estados Unidos, no entendía que sucedía, desconocía absolutamente los peligros a los que se enfrentaba y la sustancia que transportaba. Los expertos determinaron que la carga del camión correspondía a mil rads. Esto representaba una potencial y fuerte explosión.

Ante la completa ignorancia del chofer en cuanto a la carga radioactiva, los trabajadores del laboratorio decidieron comunicarse con la Comisión Nacional de Seguridad y Salvaguardias Nucleares de México (CNSNS) y lograron rastrear el origen del problema. Una aparente camioneta pickup que transportaba una máquina de radioterapia equipada con una bomba de Cobalto-60, que servirá para el tratamiento de pacientes con cáncer fue abandonada y fundida.



Origen de la radiación
En 1977, un hospital de Lubbock, Texas, vendió esta maquina a una empresa de equipos de rayos X en Fort Worth, que a su vez la vendió a un centro médico en Juárez. Según la Comisión Reguladora Nuclear de los Estados Unidos, la venta fue legal a pesar de que la clínica en México no tenía licencia para recibir materiales radiactivos. Sin embargo, una vez en Juárez, la máquina se encontraba en un almacén. Los médicos de la clínica dijeron que nunca pudieron contratar al especialista requerido para operar el dispositivo. 

Luego, a finales de noviembre de 1983, un electricista, Vicente Sotelo, dijo que en su trabajo le solicitaron que fuera al almacén a recogerla de material y que la llevará al depósito de chatarra Jonke Fenix en Juárez, sin advertirle sobre algún problema. Él y Ricardo Hernandez, un compañero de trabajo, sustrajeron la cápsula de tungsteno radiactivo, que había sido sacada de su enorme carcasa de plomo, en la parte trasera de una camioneta. Más tarde, Sotelo dijo a las autoridades que abrió la cápsula sin marcar en la parte trasera de su camioneta. Los médicos de la clínica dijeron que Sotelo no estaba autorizado a llevarse el contenido de la cápsula, que vendió al depósito de chatarra por mil 500 pesos. 



Los transportistas no sólo se expusieron a estos materiales altamente radiactivos, sino que también esparcieron estas piezas por toda la carretera en el camino al contenedor de basura y donde prácticamente dejaron una bomba de Cobalto-60. Además de que la propia camioneta contaminada fue estacionada afuera de su casa durante un largo periodo después de que le robaron la batería. Exponiendo a todos los vecinos de la zona durante ocho semanas en una colonia popular de Ciudad Juárez. La gente pasaba junto al camión todos los días y los niños de la colonia jugaban con ella.
Parte de esta camioneta terminó en el basurero y eventualmente con una empresa de fundición de chatarra para la elaboración de materiales de construcción. La mayoría de los gránulos de Cobalto-60 se recogieron con un imán gigante de depósito de chatarra, se mezclaron con otra chatarra y se fundieron en barras de refuerzo de acero y patas de mesa de restaurante. Posteriormente, se procesaron y transportaron más de 20 mil toneladas de metal radiactivo por todo México y algunas incluso se exportaron a Estados Unidos. De estas, el gobierno de Estados Unidos logró recuperar mil toneladas y 5 mil en el territorio mexicano. 

Se creó un plan para limpiar las calles y carreteras, desafortunadamente los trabajadores de esta “limpieza” trabajaron sin el equipo de protección necesario, con escobas, bolsas y trapos. No hubo ninguna acción legal en contra de las autoridades responsables.



Cobalto 60
La exposición al Cobalto-60 tiene consecuencias a corto, mediano y largo plazo; al poco tiempo, puede provocar quemaduras, vómitos y diarreas a mediano plazo puede causar un recuento bajo de glóbulos y esterilidad temporal, y la exposición a largo plazo puede causar daño permanente a la columna, todo tipo de cáncer y trastornos genéticos. A partir de este año en Ciudad Juárez se registró un aumento en el número de bebés nacidos con deformidades, hidrocefalia, infecciones de la piel y pacientes con cáncer.

Quizás en el incidente de Ciudad Juárez 1984 no hubo una gran explosión o un acontecimiento dramático inmediato, pero las consecuencias de este accidente fueron y son completamente drásticas, además de innumerables.


Cortesía de monita

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