A la hora de la puesta el cuco va a un nido no vigilado, se come un huevo ajeno y deja el suyo en su lugar.
A la hora de cuidar y alimentar a sus polluelos, el cuco prefiere delegar. Cuando llega el momento de la puesta, la hembra de Cuculus canorus levanta el vuelo y se dirige a un nido no vigilado de una especie más pequeña. Una vez allí, se come uno de los huevos ajenos y deja en su lugar el suyo propio, una conducta conocida como parasitismo de puesta.
A veces las víctimas se resisten. Los dueños del nido pueden llegar a acosar a la hembra e impedir la puesta; otras veces tiran el huevo de cuco antes de que eclosione, o abandonan el nido.
Pero a menudo la mamá cuco se sale con la suya: se zafa de sus deberes maternos, y los dueños del nido no se percatan del cambiazo. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, hay constancia de que C. canorus llega a endosar huevos a aves de más de 100 especies diferentes. Cuando el pollo de cuco rompe el cascarón, expulsa a los demás huevos o polluelos para adueñarse de todo el espacio y el alimento disponible.
Con tanta hambre como todas las demás crías juntas, la cría desproporcionadamente grande devora todo cuanto aportan sus padres de acogida. El alimento lo aporta un carricero, anfitrión habitual.
Franka Slothouber, ex editora gráfica y apasionada de la fotografía de naturaleza, observó este comportamiento en 2014 en Amsterdam, donde reside. «El pobre carricero prácticamente desaparece dentro del pico que su bebé “adoptado” abre desaforadamente –asegura–. Y sin embargo, la pareja de aves está convencida de que ese polluelo es suyo, y lo cuidan hasta el final».
Naturaleza./National Geographic.
Cortesía de Monita