Madame LaLaurie es un personaje misterioso y perturbador, existen cientos de leyendas alrededor de su emblemática figura; sobre su vida, sus creencias, su mansión, su temperamento. En esta ocasión hablaremos sobre un par de pinturas (supuestamente) malditas con los que se le relaciona.
Madame LaLaurie y su mansión
Madame Marie Delphine LaLaurie era una adinerada dama que pertenecía a la aristocracia de Nueva Orleans, a principios del siglo XIX habitó la elegante mansión ubicada en 1140 Royal Street. LaLaurie organizaba muchas cenas excéntricas y abundantes que siempre fueron muy populares entre la élite.
El 10 de abril de 1834 se produjo un incendio en la cocina de la mansión LaLaurie. Las llamas se extendieron rápidamente, los vecinos y transeúntes que se encontraban cerca se dispusieron a rescatar a todos y cada uno de los atrapados dentro de la gran mansión. En ese momento la esclavitud era aceptada y bastante común entre las personas con dinero de Estados Unidos, sin embargo, cuando se le pidieron las llaves de las habitaciones de los esclavos, Madame LaLaurie se opuso tajantemente a que se abriera la habitación, sin embargo las personas lograron derribar la puerta de la habitación de los esclavos y descubrieron un lugar inhumano, con cadáveres y personas con severos problemas de salud debido a un trato inhumano.
Se dice que fueron encontrados esclavos horriblemente mutilados, mientras que los cadáveres de otros dos se asomaban por un agujero en el suelo. Los esclavos habían sido colgados del cuello, con las extremidades desgarradas y estiradas de un extremo al otro. Una escena propia de la Santa Inquisición, el incendio, por irónico que parezca, les había salvado la vida.
Después del incendio, los esclavos fueron llevados a la cárcel local por su propia seguridad. En cuanto a LaLaurie se sabe que huyó de Nueva Orleans a Francia, donde se cree que vivió sus últimos días.
El retrato de Madame LaLaurie
Muchos años después de estos terribles eventos, en la década de 1970, la mansión donde vivía LaLaurie en Royal Street fue renovada para transformarla en apartamentos de lujo y en 1997, los dueños de uno de esos apartamentos contrataron a Ricardo Pustanio, un talentoso artista local, para que hiciera un retrato de Madame Delphine LaLaurie. Sin embargo, una vez que la pintura se instaló dentro del edificio comenzaron a ocurrir sucesos bastante inusuales.
Hubo informes de que la pintura se movía por sí sola en la pared, también se reportó que se le había visto mecerse con mucha violencia, se escuchaba el eco de voces débiles y a veces se percibía un fuerte olor a humo, además de que los residentes de los otros apartamentos describirían sentirse extremadamente nerviosos ante esta pintura. Los vecinos no dudaron de que el espíritu maligno de Madame LaLaurie había vuelto para atormentar a los nuevos habitantes.
A partir de ese trabajo, Pustanio se obsesionó con la apariencia y oscura historia de Madame LaLaurie, pero afirmó que jamás tuvo la intención de crear una obra “maldita”. Ricardo realizó más piezas con la imagen de Madame LaLaurie, pero ninguna ha generado reportes sobrenaturales.
Actualmente, el retrato de Delphine LaLaurie se encuentra en una colección privada. Los nuevos propietarios se niegan a hablar de su paradero actual o de cualquier incidente inexplicable que ocurra en su presencia.
El retrato de la niña bruja
Aunque no hay pruebas precisas del origen de esta pintura, se le atribuye a la propia mano de Madame LaLaurie, quien se sabe que era una ferviente admiradora de las expresiones artísticas y coleccionista de obras de arte. Así que no resultaría extraño que en su exilio francés pudiera desarrollar su talento en la pintura.
Lo único que se sabe es que esta pintura fue adquirida por un hombre español que se sintió hipnotizado por la fuerte sensación de melancolía que le proyectaba este retrato. Sin embargo, al montarlo en una de sus paredes quedó horrorizado al sentir como la niña retratada le seguía con la mirada. Pero, lo más perturbador sucedió las noches siguientes, cuando junto a la pintura se veía la negra silueta de una mujer, el hombre aseguraba que se trataba de la misma Madame LaLaurie.
En vida, Delphine LaLaurie presumía su preciada colección de obras de arte, algo que se acostumbraba entre los miembros de la alta sociedad de Nueva Orleans. A casi 100 años de su muerte, ¿es posible que el espíritu de Madame LaLaurie aún se sienta atraído por estas emblemáticas pinturas?
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Cortesía de Monita