El Ojo de Horus
La tradición mística
Mucho del ocultismo occidental es herencia de las antiguas tradiciones egipcias: solo por mencionar una podríamos hablar de la Alquimia, heredada de los faraones y fundada por el famoso Hermes Trismegisto, que no es otro que el dios egipcio Tot.
A lo largo y ancho de Occidente, así como durante gran parte de su Historia, la simbología y las creencias egipcias han estado muy arraigadas en el imaginario oculto y místico. Con la “egiptomanía” de principios del siglo XIX este interés no hizo sino arraigarse más y muchas de las imágenes egipcias pasaron a hacer parte de la biblioteca de imágenes que alimentaban el ocultismo en Europa. Una de las más importantes fue (y sigue siendo) El ojo de Horus
El Ojo de Horus
Horus era hijo de Osiris, dios supremo que fue asesinado por Set, su propio hijo. Con el objetivo de vengar a su padre Horus mantuvo encarnizados combates con Set en uno de los cuales su ojo izquierdo fue arrancado por su hermano. Horus logró recuperarlo y la mayor parte de él le fue repuesta por Toth, pero luego decidió que lo daría en sacrificio para revivir a su padre, lo que consiguió. El Ojo entonces se convirtió en sinónimo de sacrificio, de sanación y de protección.
La grafía del ojo de Horus, que aparece al comienzo de este artículo, se convirtió en un símbolo particularmente fuerte entre los antiguos egipcios. Además de hacer parte de sus jeroglíficos era constantemente usado como amuleto que, se supone, mejoraba la vista y protegía contra las enfermedades y el supuesto “mal de ojo”. En una de las pirámides aparece la siguiente inscripción:
“¡Su mal es expulsado! Se ha purificado con el ojo de Horus”
Y el Libro de los Muertos, por su parte, relata lo siguiente:
“El Ojo de Horus es tu protección, Osiris, Señor de los Occidentales,
constituye una salvaguarda para ti: rechaza a todos tus enemigos,
todos tus enemigos son apartados de ti.”
¿Relación con la Glándula Pineal?
De acuerdo con la mitología egipcia, el Ojo de Horus permitía a quien lo portase tener una visión más allá de lo que está frente a la persona: ser capaz de ver lo que nadie más ve. Una interpretación común de esta noción es que el Ojo de Horus en verdad funcionaba como una especie de portal, un túnel capaz de canalizar las energías y que nos permite percibir lo que de otra manera nos resultaría invisible.
Semejanzas del Ojo de Horus con la Glándula Pineal
Dicho túnel, en opinión de muchos, tiene nombre y ubicación en el cuerpo. Se trata de la Glándula Pineal, ubicada en el cerebro (puntualmente en la zona conocida como el diencéfalo) y encargada de segregar la hormona melatanina, producida a partir de la serotonina. En las especies más antiguas esta glándula tenía fotorreceptores vinculados al ciclo día – noche, pero en los mamíferos, a pesar de la importancia de dicho ciclo, no aparecen fotorreceptores en la glándula, por lo que se basa enteramente en la información que le brinda el cerebro.
Dichos fotorreceptores normalmente se denominan “ojo pineal” y están presentes en muchos reptiles y anfibios como parte de la glándula Pineal. Aunque los mamíferos no tengamos aquel llamado “tercer ojo”, no cabe duda de que la glándula pineal sigue estando relacionada de alguna manera con la percepción, principalmente del día y la noche.
Las semejanzas entre la glándula y el Ojo de Horus son obvias para cualquier observador. Esto ha llevado a algunos a hablar de la “Glándula de la Percepción” que habría sido inmortalizada en el ojo del dios egipcio y que solo una pequeñísima parte de los seres humanos podría explotar en su completa capacidad. Oculta en la glándula pineal queda la percepción extrasensorial que sólo unas pocas personas son capaces de despertar.
Los egipcios, entonces, habrían sido los primeros (o quizás los últimos) en despertar dichas habilidades extrasensoriales representándolas como un “tercer ojo” divino que las personas podrían llevar como amuleto. Aunque muchos creyeran que este representaba un ojo humano o divino, en verdad se trataba de la glándula pineal y del tercer ojo que se encuentra dentro de nuestro cerebro.
Mucho se dice sobre la manera de despertar este sentido olvidado. No me atrevo a dar una receta universal, a fin de cuentas, yo no lo he logrado, pero todos parecen coincidir en que el camino pasa por la meditación, la tranquilidad interna y el conocimiento de uno mismo.
Horus y las matemáticas
Pero no es solo en el aspecto psíquico que el Ojo de Horus resulta interesante. Su misma composición simboliza el hekat, la unidad universal de medición en el Imperio, y las partes de la misma. Cada una de las partes funcionaba como un símbolo por separado los cuales, de acuerdo on la leyenda, fueron reparados y recuperados por Toth. Cada una de las partes del ojo, entonces, representaría un porcentaje de la totalidad. Los símbolos incluso podían organizarse como una especie de ábaco para facilitar su uso y comprensión.
Es difícil vincular las dos definiciones arriba descritas del ojo: una relacionada a lo místico, a la visión que va más allá de lo que se ve, la otra vinculada a un simbolismo matemático casi pragmático. Pero es que como ya lo hemos visto, hay mucho más en las matemáticas que cuentas y números: ellas son también el lenguaje del universo.
Cortesía de Royce