¿Por qué ya no quieren usar WhatsApp?


En los últimos días, usuarios de WhatsApp han cambiado de plataforma de mensajería por los nuevos términos y condiciones, a continuación te decimos cuáles son y qué implican. WhatsApp compartió durante la primera semana del 2021, los nuevos términos y condiciones, los cuales consisten en integrar la información personal con Facebook para seguir usando la aplicación. 

Estos son los nuevos términos y condiciones: Número de teléfono y otra información proporcionada en el registro (nombre) Información sobre el teléfono, incluida marca, modelo y compañía telefónica Dirección IP ( ubicación de la conexión a internet) Cualquier pago y transacción financiera realizada a través de WhatsApp Dichas condiciones alarmaron a los usuarios, quienes en los últimos días optaron por cambiar a otras plataformas de mensajerías como Telegram, debido a que su seguridad WhatsApp es vulnerable. WhatsApp puso como fecha límite el próximo 8 de febrero para aceptar los nuevos términos y condiciones, de lo contrario el usuario perderá su cuenta en la aplicación.

“No volveré”: joven renuncia a su trabajo de forma épica; se desquita con su jefa por ser 'mala'


Fue gracias a la página Reddit en donde este suceso se logró viralizar. Y es que una joven mujer aseguró que renunció a su trabajo en Estados Unidos, dejando una explicación muy peculiar. 

 Hay muchas formas de renunciar al empleo que no nos gusta. Sin embargo, hay maneras épicas que han dejado huella en el Internet. Para bien o mal, una de ellas se volvió viral en redes sociales, pues el mensaje que dejó una mujer para decir que ya no trabajaría más en su empleo ha hecho que más de uno se sienta identificado.

 Te contamos cómo una mujer renunció a su empleo y por qué se volvió viral. Fue gracias a la página Reddit en donde este suceso se logró viralizar. Y es que una joven mujer aseguró que renunció a su trabajo en Estados Unidos, dejando una explicación muy peculiar. Dejó una nota a su jefa en la que la acusó de ser “muy ruda/mala” con ella. La mujer era empleada de un supermercado de la cadena Target. 

Contó que decidió renunciar después de su jornada laboral. Su mensaje lo dejó en una nota en el escritorio de su jefa. En la imagen que compartió en la red social se puede ver el siguiente mensaje: "¡Hey Jordan! ¡Sólo quería hacerte saber que no volveré a trabajar mañana o la semana que viene! ¡Gracias querida! - M. Postdata: nunca entenderé por qué fuiste tan ruda conmigo", escribió la joven en su mensaje de renuncia. Como era de esperarse, la publicación recaudó múltiples reacciones divididas.

 Mientras algunos la felicitaron por no soportar malos tratos, hubo quienes le señalaron su forma de renunciar. "Eres una absoluta leyenda"; "Buen trabajo. No te conozco, pero estoy orgulloso de ti"; "Entiendo que hay circunstancias en las que esto podría no aplicarse, pero para cualquiera que piense en renunciar, debería avisar con dos semanas de antelación y terminar el resto de las jornadas que le quedan", se lee en las reacciones.

Marcia❤️

Ninos Banda...

En esta ocasión, veremos el LADO ÁLGIDO de los Ninos, que al igual que muchas personas. Vaya que tienen un temperamento único. Hagamos un RECORRIDO por estos Ninos que se ve que la VIDA en la CALLE les ha dejado CICATRICES.
















Un Bono 101.. No todo en este mundo es VIOLENCIA... Esta Mariposita y ese Atigrado lo demuestran.



Castillo de Chapultepec

 


El Real Alcázar de Chapultepec, con orígenes virreinales, fue la residencia oficial de Sus Majestades Imperiales don Maximiliano I y doña Carlota, Emperadores de México en el siglo XIX.

El Emperador Maximiliano fue quien se encargó de restaurar gran parte del Castillo y a él se le debe gran parte de su estado actual.

La fotografía está tomada desde el actual Paseo de la Reforma, que durante el Segundo Imperio se llamaba Paseo de la Emperatriz.

Hoy en día, el Castillo de Chapultepec es la sede del Museo Nacional de Historia

Cortesía de chiba Blanca Estela Trejo culo nejo pedo añejo 😆


La cachonda golosa

 


Soy una mujer excepcionalmente lúbrica. Me gusta el sexo desde muy joven. El reconocimiento al deleite que me causa inició como lo mejor de la vida: por azar. Tenía 12 años. Clase de educación física en la secundaria. El colegio se inscribió en el concurso interescolar de baile y tres días de la semana daban clases especiales de danza a las adolescentes seleccionadas, entre ellas yo.

La escena se desarrolló en el gimnasio. Dieciocho niñas acostadas en el suelo. Yo vestía los shorts del uniforme de deportes. Llegó la hora de las abdominales para fortalecer el bajo vientre. La maestra gritaba enérgica: Uno, dos, tres, cuatro. Estiren bien las rodillas. Cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once. No se detengan. Doce, trece, catorce. La que pare va a tener que iniciar de nuevo. Quince, dieciséis, diecisiete. Muy bien, ¡sigan así! Dieciocho, diecinueve. En el veinte mi audición se redujo como cuando en carretera cambias de altitud intempestivamente. Veintiuno. Veintidós (léanse con un sonido sordo y un suspiro ahogado en medio). Veintitrés y el lugar donde algunas veces había cólicos menstruales se contrajo con un impulso dulce que una triada de segundos después se liberó, dejando a su paso una humedad copiosa en el puente de algodón de mis calzones de púber. Las uñas clavadas en el suelo. Los ojos cerrados. Las rodillas se estiraron fuerte y luego se fueron doblando lento. Los pies en el piso. El ¡Mónica, empieza de cero! La sangre trepó a mi cara. El volumen habitual volvió a mis oídos. Perdí la cuenta de abdominales y me estiré como estrellita de mar sobre las tablas. 

Esa mañana en el salón de gimnasia de la secundaria hallé una de las pistas del rumbo que habría de tomar mi vida, y claro, inició mi adicción al abdomen plano.

2.

Me decidí por la literatura erótica porque los libros y el sexo son lo que más me gusta, así que tenerlos juntos me resulta, por decir lo menos, orgásmico. Cualquier mediodía de cualquier época del año me sirvo un café, un tequila o un vodka tónic y me siento frente a la computadora a narrar una fantasía o un recuerdo delicioso. Lo primero que me asombra es la cantidad de universos que pueden crearse en las setenta y ocho teclas de mi ordenador rosa con pantalla retina de once pulgadas, mi pequeño capricho de escritora con pocas manías y una estabilidad mental y emocional inusitada para un artista. El segundo asombro proviene de la vista que miro desde mi ventana: un panorama mitad cielo, mitad síndrome de acumulación compulsiva de edificios, avenidas y jacarandas que es capaz de inspirar hasta al más insensible.

La secuencia acontece, teclazos más, minutos menos, así:

Los personajes, un hombre o una mujer, o tres hombres y una mujer, o dos mujeres y seis hombres, se ubican en un escenario que puede irse transformando conforme avanza el relato; cuando confeccionas una historia hay una gran posibilidad de que adquiera voluntad propia y el sorprendido sea quien se creía, Vicente Huidobro dixit, un pequeño dios.

En la narración de hoy habrá solamente una ella y un él. Ella cierra la puerta de la habitación con seguro. Se acerca a él, que la espera de pie junto a la cama. Se abrazan. Las manos de ambos viajan hacia las nalgas mutuas; los labios hacia los labios del otro. El beso es de lenguota, de esos que hinchan la boca y te dejan como Angelina Jolie. La blusa de ella y la camisa de él se desvanecen. Los torsos desnudos. Braguetas de los pantalones abiertas. De la de ella se escapa un calzón rosa fuerte de encajes delicados; de la de él unos boxers negros de gran resorte con las letras de una marca de ropa cómoda y cara. Los dedos de él muy abiertos aprietan las tetas de ella; los dedos de ella el pene erguido. Los pantalones se disipan. Él le quita los calzones a ella. Ella le quita los bóxers a él. Él la pone de espaldas, el tórax de ella se inclina hacia la cama, se sostiene con los brazos semiflexionados. Él le acaricia la espalda, el coxis, la cadera. Ase fuerte los costados de ella. Coloca el glande en la vulva. Se introduce lento. Ella cierra los ojos, sonríe leve, la separación de los labios suficiente como para que pueda escabullirse la rebeldía de un gemido.

En plena acción erótica en comunión de mis huellas dactilares en el teclado, las imágenes que se suceden en mi mente, la perspectiva de lo que causará el cuento en quien lo lea, de repente siento un hormigueo en el pubis, percibo un escurrimiento difícil de explicar con palabras en las paredes de mi vagina. Una de las dimensiones de mi mente desea seguir escribiendo hasta la extenuación, pero otra desea levantarme de la silla, encaminarme hacia el sillón de la sala o mi recámara y terminar con los dedos lo que inicié con el cerebro. Si no tengo prisa gana la segunda. Ya bien autoatendida regreso a concluir también lo que dejé iniciado.

Varias veces me han hecho una misma pregunta, dado que los creadores en su mayoría son propensos a consumir sustancias psicotrópicas.

            —Mónica, ¿qué te metes para escribir?

            —Hombres.

Cortesía de Elefanta ballenuda 


NOTAS ANTERIORES