El azar genético saldó una deuda pendiente con el surgimiento de esta raza de gatos. Suavidad y afecto hacia el hombre, sus características distintivas
La casualidad ayudó al hombre a cumplir su sueño de tener el contacto con lo silvestre a pesar de la vida mundana, tan urbana y alejada de la selva y el ambiente agreste.
El ocicat, con aspecto silvestre, es una raza creada por el ser humano donde la suavidad y el afecto hacia el hombre son sus características distintivas. Alguien dijo que: “Dios creó al gato para que el hombre pudiera acariciar a un tigre”. Se trata de una raza que desciende exclusivamente de ancestros domésticos que fueron cuidadosamente seleccionados para que todos se parezcan a un gato silvestre.
Esta raza continúa ganando aceptación mundial y popularidad, simplemente, porque este gato de manto pintado es una exitosa parodia de sus primos silvestres en la apariencia, pero con un temperamento y una adaptabilidad que lo hace bienvenido en innumerables hogares. Se ha dicho que el ocicat de la actualidad es algo así como un ancestro directo de todos los gatos domésticos, por su parecido con el gato egipcio pescador o con otro directo antepasado del gato doméstico llamado gato indígena del desierto.
Sin embargo, crear una raza de gato doméstico que se parezca a una especie de gato silvestre no fue el objetivo primordial de los creadores de esta raza. El primer ocicat surgió por accidente, no un accidente de cruzamiento, sino porque el producto obtenido no tenía nada que ver con lo proyectado. Mientras la propuesta y meta era obtener un abisinio con los puntos del siamés, de pronto, sorpresivamente, nació un gatito pintado que no cumplía para nada con los objetivos del programa de cría planteado.
El ocicat es, ante todo, un gato manchado de aspecto asilvestrado, de talla media, musculoso y con el porte de un animal capaz de desarrollar gran velocidad. Habiendo destacado su musculatura y fortaleza, muchos se sorprenden por el carácter amable de estos gatos. Esta raza ama la interacción con los humanos tanto que los siguen permanentemente, casi vigilándolos en sus actividades.
En general, funcionan bien con otros gatos de su raza o de otra raza ya que no tienen una personalidad conflictiva. En una sola palabra, son mucho más tiernos y amables que muchas de las clásicas razas de las que a veces podríamos decir: “hazte la fama y échate a dormir”.
Todo ello transforma al ocicat en un adorable compañero, sobre todo, para los que saben que es un gato y cuál es su lenguaje. Muchos son capaces de abrir puertas; al modo de un perro pueden aprender trucos o pruebas de forma muy llamativa.
La raza no requiere una alimentación muy delicada ni un especial acicalamiento. Cualquier buen alimento balanceado puede ser excelente para esta raza rústica de por sí. Un todo terreno que nos permite imaginar la selva con la dulzura y la amabilidad de lo doméstico.
Cortesía de Monita