Vida bajo nuestros pies: realidades y leyendas sobre las criaturas subterráneas


Monstruos del submundo
¿Qué sabemos del mundo subterráneo?
Todas las religiones humanas le dan un papel al mundo subterráneo en la construcción de la realidad. Ya sea el hogar de monstruos antediluvianos, de civilizaciones ocultas, de construcciones mitológicas o de tormento eterno para aquellos que sirven al mal, la tierra bajo nuestros pies está llena de vida – y no necesariamente esto beneficia a la humanidad –.
Los hombres hemos arañado poco a poco la superficie, pero nuestro rango de exploración resulta sorprendentemente pequeño: en efecto, el mayor agujero cavado por la humanidad a duras penas alcanza los 12 kilómetros de profundidad, mientras que el diámetro de ésta supera los 12 mil. Es decir que a duras penas hemos penetrado en una milésima de la profundidad de la tierra. Lo que hay abajo es desconocido para todos.
La mayoría de instituciones científicas afirman que, en todo caso, es altamente improbable que muy por debajo de la superficie puedan sobrevivir criaturas complejas debido a los bajos niveles de oxígeno que se encuentran en esos lugares. La teoría de la tierra hueca o de la superficie interior, por su parte, establece que de hecho los niveles de oxígeno muy bajo la superficie, gracias a grandes agujeros o sistemas de túneles, son iguales a los de la superficie, por lo que no solo la vida, sino la vida compleja, podría sobrevivir allí.
Sin embargo, no es necesario bajar tanto. En las ciudades y las minas, el hombre ha recurrido muchas veces al uso de las regiones subterráneas inmediatas para ganar espacio, conseguir recursos minerales o sencillamente para explorar. Estas “pequeñas” regiones subterráneas cuentan con toda una serie de leyendas y relatos, algunos más verificables que otros, que dan rienda suelta a la imaginación humana y favorecen la idea de que debajo de nosotros hay mucho más que materia inerte.

Algunas apariciones modernas
Los principales lugares en los que surgen estas leyendas son los sistemas públicos de transporte, como metros o trenes subterráneos. Son numerosas las leyendas que hablan de fantasmas, espíritus y semejantes que rondan estos lugares para aterrorizar a los vivos, pero en este artículo no nos concentraremos en ellos. Hablaremos, en cambio, de las ratas gigantes que viven en estos sistemas de túneles, así como las leyendas de cocodrilos que se alimentan de indigentes y de individuos desatentos que encuentran solos en estos sistemas.
Las ratas gigantes son un hecho: estos animales han aumentado de tamaño las últimas décadas y ya representan una amenaza para niños o ancianos, e incluso para un adulto sano, pues pueden transmitir la rabia. Los cocodrilos, por su parte, son una leyenda urbana de Estados Unidos que nunca ha podido verificarse, pero de vez en cuando se le culpa de la desaparición misteriosa de algunas personas en las ciudades.
Sin embargo, las leyendas van más allá. Hay registros de misteriosas muertes en el metro de Londres que dejan a sus víctimas desfiguradas y con horribles cortes, como si fueran causa de alguna bestia escondida en los túneles. Así mismo en Sabadell, España, en 1981 aparecieron unas supuestas serpientes de hasta 4 metros de largo habitando en las cloacas, versión que las autoridades negaron pero que cientos de testigos afirmaban.
En 2014, una sonda rusa llamada “Klavesin” encontró lo que parecía ser una gigantesca criatura a 1,5km de profundidad en algunas cuevas del océano ártico. Si bien fue el mismo equipo de expedición el que declaró el hallazgo, no hay imágenes y la sonda quedó muy dañada (por el ataque de la criatura) para brindar más información. En este caso no se trata de una criatura subterránea, sino submarina, pero vivía en sistemas de cuevas y no en el mar abierto.
Cannock Chase, en la parte occidental de Inglaterra, es otro ejemplo de una posible criatura subterránea. Allí, los habitantes han tenido visiones de extrañas criaturas por décadas, y las mascotas de la región desaparecen sistemáticamente. Una de las propuestas más escuchadas es que se trata de una o varias criaturas desconocidas viviendo en los grandes sistemas de minas abandonados hace siglos, e incluso se ha llegado a proponer que se trata de una subespecie de humanos, que se escondió, por razones desconocidas, en las minas y cambió su forma de vida, su lenguaje y hasta sus características físicas para adaptarse a su nuevo ambiente.

Leyendas subterráneas del pasado
No es la primera versión que hablaría de vida inteligente bajo la tierra. Además de Agartha, la mítica civilización que se extendería en los pliegues internos de la tierra, muchas sociedades se refieren a mundos subterráneos: los hindúes hablan de los Nagas, serpientes con cabeza de hombre que poseen el don de la inteligencia y han desarrollado una sociedad compleja bajo la tierra, análogamente, los dragones chinos son más serpientes inteligentes que viven en los inmensos sistemas de cuevas del Himalaya.


En las montañas de China central y occidental también se encuentran poblados enteros – abandonados – bajo tierra. Con las invasiones de los nómadas, los habitantes de estas regiones se escondieron en las cuevas y muchos desaparecieron sin dejar rastro. Algunas personas afirman que fundaron ciudades subterráneas o, más interesante, que encontraron pasajes escondidos a reinos ocultos bajo la tierra (¿quizás el mítico reino de los Nagas, o la misma Agartha?).

¿Qué hay en las profundidades?
Lo cierto es que, al menos a nivel microscópico, las profundidades no dejan de sorprender a los científicos. Hace poco se descubrieron gigantescas colonias de gusanos nematodos en una región donde supuestamente no hay suficiente oxígeno para que sobreviva ningún animal. También en la profundidad de las minas se han descubierto bacterias denominadas microbios matusalén, ya que son capaces de reducir su metabolismo a tasas insignificantes, para racionar la poca energía disponible. Estas bacterias viven muy separadas unas de otras (se encontraron apenas 1000 en un centímetro cúbico, cuando lo normal son millones) y a duras penas se reproducen, los científicos creen que podrían ser las criaturas vivas más antiguas de la tierra, su ritmo de vida es tan lento que a duras penas puede diferenciarse de la muerte.
Pero los descubrimientos van más lejos. La cueva de Movile, en Rumania, lleva 5,5 millones de años aislada del resto del mundo. Sus animales no consumen ningún nutriente del exterior, convirtiéndose en el primer ecosistema terrestre que no depende en absoluto de la luz solar para su supervivencia. Toda la energía requerida la obtienen de la oxidación del sulfuro de hidrógeno que se filtra por las paredes. Sin embargo, sus habitantes complejos (que incluyen artrópodos, moluscos y gusanos nematodos) aún requieren del oxígeno atmosférico que, aunque en niveles muy bajos (menos de la mitad que la superficie) existe en la cueva.


Pero esta última limitación tampoco parece ser definitiva. Nuevas especies encontradas en las profundidades del mediterráneo se desenvuelven en ambientes completamente privados de oxígeno, y aunque son especies sencillas, demuestran que la eventual evolución de los seres multicelulares en un mundo anóxico es posible, y quizás incluso de animales inteligentes (gracias, principalmente, a la sustitución de las mitocondrias por otros organelos basados en hidrógeno).
Visto esto, las leyendas arriba mencionadas no resultan tan irreales. Quizás la evolución se nos adelantó, quizás en estos mismos instantes, en algún lugar del mundo subterráneo, un personaje de alguna especie desconocida comenta sobre la posibilidad de que en la superficie, aquel remoto lugar lleno de radiación letal y gases tóxicos, pueda existir la vida.

Cortesía de Monita

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