Robert F. Kennedy Jr. expone el plan dictatorial de vacunas de Bill Gates: tiene un retorcido «complejo de mesías»

Imagen de un laboratorio. Foto: Darko Stojanovic (Pixabay).

Robert Francis Kennedy Jr. es un abogado ambientalista estadounidense, escritor y opositor de la vacunación. Es hijo de Robert F. Kennedy y sobrino del expresidente John F. Kennedy. Además, preside la junta de Waterkeeper Alliance, un grupo ambientalista sin ánimo de lucro que ayudó a fundar en 1999.

 Sacado de la publicación de Instagram de Robert Francis Kennedy Jr. del 8 de abril de 2020

Para Bill Gates las vacunas son una filantropía estratégica que alimenta todos sus negocios relacionados con las mismas, incluida la ambición de Microsoft de controlar una empresa global de identificación de vacunas con microchips. Esto significaría tener el control dictatorial sobre la política de salud global, la punta de lanza del neoimperialismo corporativo.

La obsesión de Gates con las vacunas parece alimentarse de una convicción mesiánica de ser el elegido para salvar el mundo con tecnología y de una voluntad divina para poder experimentar con las vidas de los seres humanos inferiores.

Bajo la promesa de erradicar la poliomielitis con 1.200 millones de dólares, Gates tomó el control de la Junta Asesora Nacional (NAB) en India y ordenó que se administraran 50 dosis (en lugar de cinco) a cada niño antes de los 5 años. Los médicos indios culpan a la campaña de Gates de provocar una devastadora epidemia de poliomielitis, causada por una cepa de vacuna, que paralizó a 496.000 niños entre 2000 y el 2017. En 2017, el gobierno indio retiró el régimen de vacunación de Gates y lo expulsó de la NAB. La tasa de parálisis por poliomielitis registró un rápido descenso.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) admitió a regañadientes que durante la explosión mundial de la poliomielitis predominó una cepa proveniente del programa de vacunas de Gates. Las epidemias más espantosas en el Congo, Filipinas y Afganistán están relacionadas con las vacunas de Gates. En 2018, tres cuartos de los casos de polio en el mundo provenían de estas.

En 2014, la Fundación Bill y Melinda Gates financió pruebas experimentales de vacunas contra el VPH, desarrolladas por GSK y Merck, que fueron aplicadas a 23.000 niñas de provincias remotas de la India. Aproximadamente 1.200 sufrieron efectos secundarios graves como trastornos autoinmunes y de fertilidad. Incluso siete de ellas murieron. Las investigaciones del gobierno indio acusaron a Gates por financiar a los investigadores que cometieron violaciones éticas generalizadas, como presionar a niñas de aldeas vulnerables para firmar el contrato de aplicación de las vacunas, intimidar a los padres, falsificar formularios de consentimiento o rechazar la atención médica de las lesionadas. El caso está ahora en el Tribunal Supremo del país.

En 2010, la Fundación Gates financió un ensayo de la vacuna experimental contra la malaria de GSK, que mató a 151 niños africanos y causó graves efectos adversos, como parálisis, espasmos y convulsiones febriles a 1.048 de los 5.049 niños.

Durante la campaña MenAfriVac de Gates 2002 en África subsahariana, sus equipos vacunaron a la fuerza a miles de niños africanos contra la meningitis. Entre 50 y 500 niños desarrollaron parálisis. Los periódicos sudafricanos se quejaron: «Somos conejillos de indias para los fabricantes de drogas».

El profesor Patrick Bond, antiguo y principal economista de Nelson Mandela, describió las prácticas filantrópicas de Gates como «despiadadas» e «inmorales».

Captura de pantalla de la publicación de Instagram de Robert F. Kennedy Jr.

En 2010, Gates se comprometió a aportar 10.000 millones de dólares a la OMS para reducir la población, en parte, mediante nuevas vacunas. Un mes después, Gates dijo en una charla de TED Talk que las nuevas vacunas «podrían reducir la población». En 2014, la Asociación de Médicos Católicos de Kenia acusó a la OMS de esterilizar químicamente a millones de mujeres keniatas, que no estaban dispuestas a ello, con una falsa campaña de vacunación contra el tétanos.

Laboratorios independientes encontraron una sustancia química que provocaba esterilidad en cada vacuna probada. Tras negar las acusaciones, la OMS finalmente admitió que había estado desarrollando las vacunas de esterilidad durante más de una década. Acusaciones similares llegaron de Tanzania, Nicaragua, México y Filipinas.

Un estudio realizado en 2017 (Morgensen et Al., 2017) demostró que la popular vacuna DTP de la OMS está matando a más africanos que las enfermedades que pretende prevenir. Las niñas vacunadas sufrieron una tasa de mortalidad 10 veces superior a la de los niños no vacunados. Gates y la OMS se negaron a retirar la vacuna letal que se aplica anualmente a millones de niños africanos.

Diversos defensores de la salud pública en el mundo acusan a Gates de secuestrar el programa de la OMS para apartarlo de los proyectos que han demostrado frenar las enfermedades infecciosas promoviendo así el uso de agua limpia, higiene, nutrición y desarrollo económico. Según afirman, ha desviado los recursos de la agencia para servir a su fetiche personal: que la buena salud solo se sirve en jeringuilla.

Además de utilizar su filantropía para controlar la OMS, UNICEF, GAVI y PATH, Gates financia a empresas farmacéuticas privadas que fabrican vacunas y a una red masiva de grupos industriales farmacéuticos que difunden propaganda engañosa, desarrollan estudios fraudulentos, realizan vigilancia y operaciones psicológicas contra la indecisión en materia de vacunas y utilizan el poder y el dinero para silenciar la disidencia y forzar el cumplimiento. La pandemia del COVID-19 le conviene a Gates, ya que le da la oportunidad de utilizar nuevos programas de vacunas del tercer mundo para aplicarlos en niños estadounidenses.

Cortesía de Monita

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