Si me dejaras ¡con cuanto amor haría de tu infierno un mundo! Te enseñaría que dos a veces suele ser uno y que juntos la dicha rinde más. Si me abrieras sin temor tu vida, si me permitieras remodelar las paredes, haría de tu alma mi hogar y a tu hogar se iría a vivir mi alma.
No sabes como duele estar tan cerca y no tenerte, no poder espantar tus fantasmas ni vencer tus miedos. Me lastima tu indiferencia y tu tibieza, se me accidenta el corazón y las ideas en el intento de demostrarte que yo puedo hacerte bien.
Y debo callar, pretendo hacer de cuenta que no me afectas, que no siento rabia ni ganas de destruirlo todo, que nunca desee haber sido ella ni haber llegado primero.
Mientras tanto, al final de cada día, me doblo de angustia y lucho para no llorar. Me construyo un muro y lo escalas, lo elevo y cabas un túnel, lo refuerzo y lo traspasas; no tengo remedio, ni solución, ni cura.
¿Cómo dejar de insistir? ¿Cómo aceptar el destino, la vida o la maldita suerte?
¿Cómo resignarme, si yo jamás me resigné? No puedo aunque no me quieras, aunque aún pienses en ella, no puedo no tenerte aquí, dentro del pecho y de la mente, rondando mis letras.
Si lees esto quiero que sepas que te quiero y que desde que te ví tengo la certeza de que las oportunidades si existen. También tienes que saber que tu sonrisa es hermosa y que mi soledad se enamoró de tu soledad, por eso preciso tanto de tu compañía.