La Ciudad de los Césares: una ciudad legendaria en América


La ciudad de los Césares

Cuenta la leyenda que la llamada Ciudad de los Césares, también conocida como Ciudad Encantada de la Patagonia, se encontraría en algún Valle cerca de la cordillera de la Patagonia entre Argentina y Chile. Esta ciudad fue objeto de incesantes búsquedas durante la época colonia, ya que según los relatos estaba llena de riqueza, principalmente de oro y plata.

La primera referencia a esta ciudad se daría con la expedición realizada por el capitán Francisco César, en 1528, esto dentro del marco de la avanzada de Sebastián Gaboto en busca de otro legendario lugar llamado Sierra de Plata. Durante su misión Gaboto escuchó las primeras historias sobre una tierra rica en el interior de América del Sur.

Además, tuvo contacto con náufragos de una frustrada expedición encabezada por Juan Díaz de Solís al Río de la Plata en 1516, quienes le mostraron metales preciosos además de contarle la saga de Alejo García, otro naufrago de la expedición de Solís que, confiado en los relatos de los indios, se había internado hasta las tierras del Imperio Inca.

La expedición de Gaboto

Según el relato de García, había encontrado grandes riquezas en el territorio de la actual Bolivia, aunque finalmente terminó asesinado por los indios. Estos testimonios convencieron a Gaboto de cambiar su rumbo y buscar aquellas prometedoras tierras de América del Sur; la expedición de Gaboto no fue fácil y se topó con varios problemas

La misión de Gaboto fracasó, tuvo que retornar a España, pero esta aventura sirvió para consolidar en Europa la fama de Sierra de Plata y el rumor de un lugar lleno de riquezas llamado la Ciudad de los Césares. Esta enigmática ciudad era descrita como fantástica, repleta de metales preciosos. Además, sus habitantes que poseían grandes riquezas, y sus tierras eran fértiles y buenas para la ganadería.

Se describe también como una ciudad de piedra labrada y edificios con techos de plata, sus templos e incluso el pavimento eran de oro macizo; unas versiones ubican a esta ciudad en un plano de un bosque, otras en una península. Por último, algunas narraciones la localizan en medio de un lago dando a entender en cada una de las historias que el oro y la plata parecía estar en todas partes: en las paredes asientos, rejas y otros.|

Cortesía de Royce


El movimiento de la Rosa Blanca

Hans Scholl, Sophie Scholl y Christoph Probst

El grupo de jóvenes que se enfrentó al Nazismo.

Hace 75 años, en la Alemania gobernada por los Nazis, pertenecer a las juventudes hitlerianas era un sueño para muchos. Gran parte de los jóvenes terminaron en aquel grupo sin conocer la verdad que se escondía, porque si lo hubieran hecho habrían quedado horrorizados. Lo mismo sucedió con muchos soldados que no pudieron hacer mucho más de sus posibilidades.

Y es así que conociendo ese lado del nazismo, Hans y Sophie Scholl cuestionaron su realidad como jóvenes en aquella Alemania. Gracias a la educación dada por sus padres y citando las palabras de cierto personaje: “nada es verdad todo está permitido”, ambos hermanos comenzaron a cuestionarse el porqué de las cosas: ya no podían cantar ciertas canciones, ir a ciertos lugares o juntarse con algunos amigos.

Un día se dieron cuenta de la verdad. Hans había ganado un puesto como abanderado en uno de los congresos anuales de Núremberg y regresó perturbado después de ver todo lo que había conocido: un partido político que proclamaba su soberanía a costa de otros pueblos y decidieron atacar, creando el movimiento de la Rosa Blanca.

El inicio del movimiento de la Rosa Blanca

Para el verano de 1942, inspirados por los sermones del obispo de Münster, quien también se oponía al Nazismo, varios jóvenes se unieron a los ideales de Hans y Sophie: “Alexander Schmorell, el hijo de un doctor; Christoph Probst, el joven padre de dos niños que apenas comenzaban a caminar, y Willi Graf, un introvertido meditabundo.” Más adelante, se unió a sus filas el profesor de filosofía, Kurt Huber.

La Rosa Blanca comenzó una denuncia de todas aquellas actividades inhumanas realizadas por los Nazis: “Aquí vemos el más espantoso crimen en contra de la dignidad humana, un crimen que no tiene paralelo en toda la historia puesto que los judíos también son seres humanos”.

No dudaron en atacar al Führer y decir que todas las palabras que salían de su boca eran una mentira y alentaban a la gente a revelarse con las siguientes frases: “Cualquier alemán honesto se avergüenza de su gobierno actual”.

Repartían panfletos, hacían grafitis, dejaban pancartas en buzones, la palabra se convirtió en su arma contra el régimen. Solo hubo un tiempo en que todo se detuvo y fue cuando Hans, Schmorell, Graf y Probst fueron enviados al este, después de ser notificados solo un día antes, al frente ruso.

Allá se dieron cuenta también que el Nazismo no sólo iba tras diferentes pueblos y etnias, sino que su propio país era usado como un objeto a desechar: los soldados se vieron envueltos en necesidades y a su regreso publicaron panfletos en los que decían que después de ser vencidos en Stalingrado, la derrota Alemana estaría cerca.

Un descuido los terminó delatando

El 18 de febrero de 1943, Hans y Sophie decidieron trasmitir panfletos en la universidad y dejaron algunos de ellos por los pasillos. Con el cuidado de que nadie los notara hacer eso, Sophie se dio cuenta que todavía le quedaban algunos folletos, así que decidió arrojarlo desde lo alto de la escalera, que daba a un atrio.

Lo que no sabía la chica, es que desde ese punto sería observada por el encargado de limpieza Jakob Schmid, un simpatizante de los nazis, quien de inmediato cerró las puertas y notificó a las autoridades. Los hermanos fueron arrestados y llevado al cuartel general de la Gestapo, al poco tiempo llevaron a Probs y en poco tiempo se montó un juicio contra ellos. 


Un injusto castigo y palabras que fueron olvidadas rápidamente

Su juicio fue una obra de teatro bien montada, en la que por obvios motivos no se buscaba justicia sino condenar cualquier vestigio de libertad que dejaran aquellos jóvenes. Como juez encargado vino Roland Freisler, un abogado, militar, político y presidente del Tribunal Popular de la Corte del Pueblo, quien olvidó que era el juez y actuó más como un fiscal.

Gritó, golpeó la mesa y acusó a los jóvenes de traidores; el juicio duró solo tres horas y se dictó una sentencia: culpables de alta traición y el castigo correspondiente a tal crimen era la muerte, por decapitación. En la tarde del 22 de febrero de 1943, se llevaron a cabo las ejecuciones. Hay que destacar que los padres de Sophie y Hans, los defendieron durante su juicio: «Si nadie defiende a mis hijos lo voy a hacer yo. Hoy somos nosotros, pero mañana será su turno, nosotros estamos en la verdad, pero usted no«

Antes de que fueran llevados los jóvenes al cadalso, fueron vistos por sus padres una última vez, su madre se despidió diciéndoles: “estoy orgullosa de vosotros”.

Sophie fue la primera en ser ejecutada, luego siguió Cristoph Probst, más adelante fue Hans Scholl, quien gritó “viva la libertad.” En las semanas siguientes, los demás miembros fueron apregendidos y ejecutados.

Tristemente, con el fin de sus líderes fundadores La Rosa Blanca desapareció, pero sus palabras siguieron vivas y fue así como una de las últimas copias de su manuscrito, llegaron a las manos del abogado Helmuth James Graf von Moltke, un detractor del régimen Nazi.

El abogado envió el manifiesto a Londres y los aliados lanzaron miles de estos documentos sobre Alemania, el título decía: «Nuestro pueblo se alza contra la esclavización de Europa a manos del nacionalsocialismo en una nueva irrupción de libertad y honor», lamentablemente los panfletos no incendiaron la chispa para iniciar una gran oposición.

La hermana menor de los jóvenes Scholl escribió en sus memorias lo siguiente: “No buscaban el martirio en nombre de ningún ideal extraordinario, querían que la gente como tú y yo pudiéramos vivir en una sociedad compasiva”.

Cortesía de Monita 


Molai: el bosque que nació de las manos (y el trabajo) de un solo hombre


 India

Hoy por hoy India es el segundo país más poblado del mundo, y seguramente se convertirá en el primero en los años por venir. Es también el lugar de extensas selvas tropicales que año tras año se reducen a medida que se incrementa la necesidad de tierras para alimentar a su población.

Por supuesto, en la actualidad el país se encuentra comprometido con impulsar procesos de reforestación masiva (que por otra parte necesita, si ha de mantener sus ecosistemas y suelos en buen estado) y está haciendo un esfuerzo considerable para mantener suficientes bosques para proteger a sus especies más emblemáticas: el tigre, elefante asiático y el rinoceronte indio.

Sin embargo, el país aún tiene mucho que hacer, en las regiones más pobres la deforestación sigue aumentando a tasas aceleradas y los retos sólo se volverán más difíciles en los tiempos por venir.

Por esta razón, es tan importante y motivadora la historia de Jadav Payeng, “Molai”, ambientalista indio que durante las últimas tres décadas ha sembrado con sus propias manos un bosque que se convirtió en el refugio de fauna de la región.

Jadva Payeng

Jadva Payeng, conocido como Molai por sus amigos, tenía 16 años cuando presenció algo peculiar: un gran número de serpientes yacían muertas en la arena. Lo que había ocurrido era que una inundación había obligado a las serpientes a refugiarse en ese banco de arena, habían quedado atrapadas allí y muerto posteriormente por el calor del sol inclemente. Molai, con la única intención de proteger a futuros animalitos, decidió sembrar algunas plántulas de bambú.

Corría el año de 1979 y Molai acababa de comenzar lo que se convertiría en su proyecto de vida: la construcción de un bosque natual en las zonas deforestadas de la Isla Majuli, en las riveras del Río Brahmaputra.

En aquel año el gobierno comenzó a apoyar la reforestación esta zona, y fue allí donde Molai se vinculó el proceso y aprendió cómo debían sembrarse los árboles. Sin embargo, el proceso dirigido por el gobierno no fue exitoso y después de unos años dejaron la isla sola de nuevo.

El bosque de Molai

Bastantes árboles habían sobrevivido de estos esfuerzos de reforestación, pero Molai sabía que sin el cuidado necesario posiblemente morirían. Por esta razón, en solicitar la zona de manera diaria llevando nuevas plantas y cuidando las que ya estaban creciendo.

Día tras día, por 30 años, visitó el área, llevando árboles nuevos cada día y asegurándose de que el bosque creciese sano y sin amenazas. No se sabe con exactitud cómo fue la progresión, pero lo cierto es que su trabajo garantizó que el bosque creciera mucho más de sus límites originalmente imaginados.

En el 2008 el bosque contaba ya con 350 hectáreas de árboles, y se había convertido en el refugio de incontables animales salvajes. La llegada de una manada de 100 elefantes hizo que el bosque pasara a la fama y que el gobierno indio reconociera su trabajo, otorgándole en el año 2012 un premio público en la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Jawaharlal Nehru.

En la actualidad el bosque cuenta con más de 550 hectáreas y es hogar de rinocerontes, tigres, ciervos y paso temporal de la mencionada manada de elefantes, que pasa allí más o menos seis meses al año y ha dado a luz días crías en la zona en la última década.


Cortesía de Royce

Los gatos ven a sus dueños como “padres”, advierte un estudio


A pesar de ser comúnmente catalogados como animales menos apegados a las personas que los perros, los felinos sienten afecto hacia los seres humanos con los que conviven

Los gatos tienen una mala reputación como un animal domesticado, frío y distante, al menos en comparación con su principal competidor, injustamente conocido como “el mejor amigo del hombre”.

Pero los felinos sí sienten afecto hacia sus seres humanos, simplemente se expresan de manera diferente. Lo dicen sus humanos y ahora hay evidencia científica que lo prueba.

Investigadores de la Oregon State University llegaron a la conclusión de que los gatos realmente aman a sus seres humanos -o por lo menos, los ven como los padres o cuidadores- después de realizar un estudio sobre los gatitos, modelado en base a investigaciones previas sobre perros y bebés.

El estudio, publicado en la revista Current Biology, examinó cómo reaccionaron los sujetos después de pasar dos minutos con su cuidador, quedarse solos y luego reunirse durante otros dos minutos. Después del experimento, clasificaron a cada gato según los estilos de apego asignados a los bebés y perros humanos en estudios anteriores: seguro, ambivalente, evitativo y desorganizado.


Según un reciente artículo del periódico británico The Independent, el 64 por ciento de los gatitos demostró un “estilo de apego seguro” a su cuidador, lo que significa que el gato parecía angustiado cuando salieron de la habitación, pero “mostró una respuesta de estrés reducida” a su regreso.

Por otro lado, se encontró que alrededor del 30 por ciento de los felinos tenían un “estilo de apego inseguro”, lo que significa que sus niveles de estrés no disminuyeron cuando su persona regresó a la habitación. Dicho esto, esta división es consistente con la literatura sobre niños humanos, por lo que el porcentaje más pequeño con estilos de apego inseguro no es específico de los gatos, contrariamente a la creencia popular. También es de destacar: el porcentaje de gatos con estilos de apego “seguros” es en realidad más alto que el de los perros: solo el 58 por ciento de los perros demostraron el apego “seguro”, mientras que el 42 por ciento fueron categorizados como inseguros.

Además, los patrones de comportamiento de los gatos se mantuvieron constantes cuando el equipo de OSU recreó el experimento con un grupo de gatos adultos. Por lo tanto: los gatitos y los gatos muestran el mismo nivel de afecto hacia sus cuidadores que los bebés humanos, y tal vez incluso un poco más que los perros.

Cortesía de Royce


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